Los estudiantes atraviesan el espejo de Alicia
El Club de Escritura te sumerge en un mundo de fantasía en que todo puede suceder
“Gracias por ayudarme a cumplir mi sueño” estas palabras, pronunciadas por una de las alumnas del Club de Escritura del Colegio Montepinar, hacen que María Pérez-Tomé, la profesora precursora y responsable del proyecto, tome conciencia de las dimensiones que está alcanzando esta iniciativa. Hace tan solo un par de años desde su creación y ya se ha convertido en un motor de cambio para muchos niños a quienes se les ha dado voz, una voz libre e inspiradora que, como dice su maestra, ha sido como atravesar el espejo de Alicia en el País de las Maravillas, “a veces nos cuesta volver a la realidad”, asegura.
Pertenecer al Club de Escritura del Colegio Montepinar es un «regalo de las musas» como dice su profesora. Es como tener una llave mágica a un mundo de fantasía, que comienza nada más atravesar la puerta de la biblioteca. No es extraño que estos aprendices de escritores se sientan únicos y especiales. “No se trata de aprender técnicas literarias, es mucho más que mejorar el estilo” explica María Pérez Tomé para quien el club es el lugar dónde poder expresar todo lo que no se atreven a decir. “Es como si un impulso nos invadiera por dentro y nos llenase de cosquilleo y, hasta que no lo escribimos, no nos quedamos realmente a gusto”, comenta.
Y no ha sido casualidad. La creación del club es consecuencia lógica de una inquietud compartida entre profesora y alumnos: “Somos nosotros los que hacemos realidad los sueños y las ilusiones”, dice Pérez-Tomé. Hacía tiempo que ella observaba con impotencia cómo la rigidez del sistema educativo no daba respuesta a esos estudiantes que atesoraban un gran potencial narrativo
y que no acababa de salir a la luz. Entonces sucedió, el destino unió a un grupo de alumnos inquietos con la docente adecuada y ¡zas! Como si de un relato de ficción se tratara, los anhelos y deseos de ambos chocaron y se convirtieron en este club tan especial.
María Pérez-Tomé es una apasionada de la literatura, además de una de esas docentes inspiradoras que dejan huella en la vida de sus alumnos así es que, en cuanto llegó la oportunidad, la agarró fuertemente y, con sencillez y alegría, creó el Club de Escritura de Montepinar, una iniciativa única en un centro escolar. Proyecto que, además, fue espléndidamente acogido por la direccióndel colegio. “Nuestro centro siempre ha creído en la importancia de la creatividad para asegurar el desarrollo y la felicidad de las personas”, explica.
Así es que el engranaje se puso de inmediato en marcha para dar a luz a esta original iniciativa. Pero ¿quiénes son ese grupo de pequeños literatos que forman parte de este club? Pues, curiosamente, según explica la maestra, no son los de expedientes más brillantes ni los alumnos que destacan por su magnífica conducta, sino los que no se conforman con la realidad cotidiana, los que quieren vivir muchas vidas porque la que tienen ya se la conocen y necesitan perderse en las deotros personajes ideados por ellos mismos. “Mientras escriben -explica- también crean, ríen, inventan, lloran, se mueren, se pierden, se enamoran, son felices…”. Confiesa, además, que hay momentos en las sesiones en los que sus alumnos la dejan sin palabras, instantes en que los ve crecer narrativa y personalmente. “Puedo asegurar que ninguno de nuestros miembros es lamisma persona cuando empieza el curso que cuando lo finaliza” asegura y añade que ellos mismos se sorprenden de sus logros.
Sin lugar a dudas, pertenecer al Club de Escritura es también una responsabilidad y una carga de trabajo extra, pero les compensa sobradamente por esa magia especial que se vive en cada encuentro. “Entre nosotros se respira una tensión y una libertad creativa que es tremendamente indescriptible” comenta. La profesora, que les dedica sus horas libres a estos aprendices de escritores, da por buenos sus desvelos cuando le regalan palabras tan entrañables como: “Gracias por confiar en nuestro arte y marcar nuestra infancia” o “El Club de Escritura ha cambiado mi vida, me siento más… escritor”. También para ella el club es una experiencia única “quiero darles las gracias porque, quizá no lo sepan, pero son ellos los que dan sentido a muchas cosas que no se ven, pero que rozan mi alma y mi corazón de docente”.
Y es que María se ve reflejada en los ojos ilusionados de esos niños que le traen recuerdos de su propia infancia y de cómo ella también quiso ser escritora. Para ella todo empezó el día que vio que no cabía en un solo folio todo lo que quería contar, todo aquel mundo que quería cambiar, por ello
sonríe recordando: “Cuánto me hubiera gustado que alguien me hubiera abierto las puertas del otro lado del espejo de Alicia y que, de un salto, yo hubiera podido entrar en un Club de Escritura en mi propio colegio”. Es por eso que es un sueño hecho realidad el que sus alumnos sí que tengan a
su alcance un “Club de los Poetas Muertos” y compartir con ellos un mundo de ilusión y de secretos guardados y custodiados tras los muros de la biblioteca escolar que alberga el Club de Escritura del Colegio Montepinar.